Y las flores menguantes como la luna en el cielo, purpurea su mirada perdida y difusa en la oscuridad de la noche. Un día vacío, una vida vacía, pero sin ser nada, siempre elusivo de la ausencia de existencia, excepto cuando la mirada se pierde y los campanales se cierran, más allá de la oscuridad, más allá del vacío se encuentra la nada indescriptible, inimaginable y atemorizante, inexistente ser.
Abres los ojos, despiertas de nuevo, otra mañana, otro día sin sueños.